Historia de la Arquidiócesis de Tunja
La Diócesis de Tunja, creada en 1881, “en la confluencia de circunstancias clave para el catolicismo a nivel mundial , como la reafirmación del poder papal con el Concilio Vaticano II (1869 – 1870); el proceso de Romanización, el creciente interés del Vaticano por América Latina; los enfrentamientos ideológicos con dos grandes visiones totalizadoras, como el liberalismo, ideología del capitalismo decimonónico y el socialismo; aunados a la Regeneración colombiana, que facilitó la creación del régimen de cristiandad” (Curas y políticos. Mentalidad religiosa e intransigencia en la diócesis de Tunja, 1881 – 1918. Ministerio de cultura), marca un hito no solamente a Colombia sino para el entorno internacional, porque esta diócesis será protagonista de futuros eventos para nuestra historia patria.
La intransigencia de parte de las ideas opuestas condujo a extremos como las guerras civiles que contribuyó a construir la violencia que vivió el país a lo largo de los siglos XIX y XX. “La intransigencia con el error es uno de los distintivos de la Iglesia Católica”, afirmaba en esa época el presbítero Cayo Leonidas Peñuela.
Desde la década de 1830 se hicieron varios intentos de crear la diócesis de Santiago de Tunja, pero solo fue posible hasta 1881.
En 1851 el gobierno solicitó a la Santa Sede la creación del Obispado de Boyacá, para restarle prestigio al Arzobispado de Bogotá, que se oponía al gobierno por las Leyes injustas y arbitrarias en contra de la Iglesia. El Arzobispo Mosquera en su camino al exilio, antes de salir de Villeta. Designó a seis vicarios.
El preludio de la creación de la Diócesis de Tunja, ocurre durante el gobierno del Ilustrísimo Monseñor Don Vicente Arbeláez Gómez (1868 – 1884), Arzobispo de Bogotá, nacido y educado en la religiosa provincia de Antioquia, donde había ejercido su ministerio parroquial. Recién posesionado de la sede arzobispal, clausuró la magna asamblea del I Concilio Provisional Neogranadino, (septiembre de 1868) al lado del presidente Boyacense Santos Acosta (1867 – 1868) natural de Miraflores, quiera fuera militar, médico, abogado y político y propulsor de grandes reformas, especialmente en el campo de la educación, y creador de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, hoy Universidad Nacional de Colombia, 22 de septiembre de 1867. Durante su arzobispado, le correspondió soportar parte de la persecución religiosa, a la cual la Iglesia reaccionó con la creación de la Juventud católica, movimiento que luego se tornó literario, y en la aparición de periódicos de orientación ortodoxa. El problema más arduo que por aquellos días preocupó a la iglesia -sacerdotes y seglares- y que causó gravísimos y profundos disentimientos y crisis de disciplina interior, fue relativo a la enseñanza religiosa en escuelas y colegios oficiales. El Decreto de 1º de noviembre de 1870, reglamentaba la instrucción pública, a pesar de que consagraba la libertad de enseñanza, el Estado asumía su monopolio y dirección.
En 1861, noviembre, iniciaba su inicuo destierro el señor Arzobispo Manuel José Mosquera, por orden del Gobierno central, entonces fue nombrado Vicario el Dr Don Antonio María Amézquita, nombramiento que incluía, además, la responsabilidad de Vicaria la de Delegatario del Ilustrísimo, desterrado, Monseñor Mosquera. “Hombre alejado de las pasiones políticas y de los mandarines de Bogotá. El Vicario de Tunja, Dr Amézquita, oriundo de Pesca ordenó una misión expiatoria en todas las parroquias para pedir perdón a la Divinidad ofendida por la cruel persecución de los pobres contra la Iglesia de Dios, en cabeza de su arzobispo.
En 1874, ante la amenaza de invasión protestante protegida por el mismo gobierno, la Curia Metropolitana de Bogotá pidió a la Santa Sede Auxiliar, siendo elegido el Dr. Don Indalecio Barreto, natural de Somondoco, quien estableció su residencia en Tunja y declaro Iglesia Episcopal la que hoy es Catedral, para atender las regiones apartadas de Boyacá. Monseñor Barreto insistió en la necesidad de la creación de la diócesis, siendo trasladado muy pronto a la Diócesis de Nueva Pamplona. A raíz de este traslado se organizó la Sociedad Católica, compuesta por los Caballeros más notables de la ciudad con el fin de obtener de Roma la Creación del Obispado de Tunja.
En ese entorno histórico-político Monseñor Arbeláez se vale de dos ilustres prelados boyacenses, que eran flor y nata del Clero de Bogotá: Monseñor Barreto, natural de Somondoco y Monseñor Higuera, hijo de Tibasosa. El primero fue pedido por Monseñor Arbeláez, com su Obispo Auxiliar con sede en Tunja y luego pidió igualmente al ilustre prelado de Tibasosa, Monseñor Higuera, quien fuera Deán de la Catedral de Bogotá para el cargo de Obispo Auxiliar de Casanare. Mas tarde Monseñor Barreto al ser promovido al Obispado de nueva Pamplona, designó a Monseñor Higuera como Vicario Gobernador de laya decretada Diócesis de Tunja para hacer los preparativos para la posesión del primer obispo titular de la misma diócesis de Tunja. Todo quedaba preparado para que el célebre Pontífice S.S. León XIII creara la Diócesis de Tunja.
La Diócesis de Tunja se creó en el momento oportuno, cuando había un afianzamiento de la relaciones del Estado con el Vaticano y posterior a las fracasadas medidas de radicalismo en torno a la Iglesia Católica en Colombia, en el momento coyuntural cuando los liberales independientes y conservadores ponían en marcha el proyecto de la Regeneración. La diócesis de Tunja se creó en el momento de conjunción de varios hechos históricos y especialmente cuando el Vaticano miraba con mucha esperanza a Colombia por el florecimiento espiritual con la llegada de númerosos religiosos y religiosas provenientes de diversas comunidades religiosas, campo propicio para la erección de nuevas diócesis, parroquias y para incentivar las vocaciones sacerdotales y religiosas por medio de la creación de seminarios y casas de formación religiosa.