Jerónimo Gil Otalora en su libro “Templo de Boyacá Boyacá, 60 años inspirando a todo un pueblo” afirma que: El nombre de “BOYACÁ” o BOICA, en lenguaje muisca significa “manta” y “cercado o fortaleza” y era la sede del cacique Boca. Y así se nombró a este modesto pueblo, y con él también nuestro departamento, lo mismo que el Puente de Boyacá dónde se selló la independencia de nuestra patria y cinco naciones más.

Fray Pedro Aguado y Fray Alonso de Zamora en sus respectivas crónicas cuentan que los españoles llegaron en 1537 a estas tierras, motivos por la codicia de encontrar minas de esmeraldas en este pueblo de Boica; para esta época el zaque Aquimin, jefe de Boica ya se había rendido a las huestes de los españoles y abrazó la religión católica en el año 1540 

El poblado de Boica fue descubierto el 08 de agosto de 1537 por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien partiendo de Bacatá en búsqueda de las afamadas esmeraldas que brotan de Somondoco, hizo su parada en esta pequeña mesita verde para fundar allí un pueblo que llamó Boyacá, nombre que identificaba a los indígenas lugareños. 

En el siglo XIX el poblado de Boyacá participó en diversos acontecimientos históricos: guerra de la independencia, la constitución de Tunja; en 1814 se organizó la provincia de Tunja; el 07 de agosto de 1819 sobre el río Teatinos o Boyacá se realizó la batalla con la cual se selló la independencia de Colombia. En la constitución política de Colombia de 1821 en honor a esta batalla, se le dio al departamento el nombre de Boyacá        

Mons. José Trinidad García, sacerdote de nuestra Arquidiócesis, en su obra “Repartimientos y doctrinas en el siglo XVI” nos hace un relato de la historia de este pueblo: “Boyacá, una comunidad indígena, en cercanías a la ciudad de Tunja, encomendada a Miguel de Portearroyo y cuidada espiritualmente por los religiosos dominicos antes de 1585. Se deduce que el pueblo de Boyacá fue evangelizado y asistido por los religiosos dominicos durante buen periodo de tiempo.