Tunja fue fuego, canto y misión. Durante tres días, del 28 al 30 de junio de 2025, la capital boyacense se convirtió en el corazón palpitante de la Renovación Católica Carismática en Colombia.

Más de 2.600 personas de todas las regiones del país llegaron con un mismo anhelo: renovar su fe, vivir un Pentecostés en comunidad y recibir el soplo del Espíritu Santo bajo el lema “Carismáticos misioneros de la esperanza”.

Desde el primer momento, el Coliseo de la ciudad de Tunja se llenó de cantos, oraciones y lágrimas. Pero no lágrimas de tristeza, sino de alegría, de conversión, de reconciliación. Familias enteras, jóvenes, adultos mayores y niños se fundieron en abrazos, en silencios orantes y en alabanzas llenas de gratitud. El ambiente no era el de un evento cualquiera, era el de una gran familia reunida para dejarse tocar por Dios. A cada paso, se escuchaban testimonios que conmovían el alma: sanaciones interiores, caminos de perdón, vocaciones rescatadas, corazones que volvían a latir con esperanza.

El Congreso no fue una sucesión de actividades, fue una experiencia viva. El acompañamiento de los pastores fue clave. Monseñor Gabriel Ángel Villa, Arzobispo de Tunja, con su cercanía y palabras firmes, nos recordó que la misión nace del amor concreto al hermano. El asesor nacional del movimiento, habló al corazón, invitando a no quedarnos con un fervor de momentos, sino a construir una vida llena del Espíritu. Las enseñanzas de los sacerdotes predicadores del evento ayudaron a comprender que los carismas no son para encerrarnos en lo espiritual, sino para servir mejor a la Iglesia y al mundo. Todo fue formación, encuentro, oración, pero sobre todo impulso misionero.

Uno de los momentos más intensos fue el cierre. Entre danzas, banderas, una oración profunda y la adoración eucarística, la comunidad entera renovó su compromiso de salir al mundo a anunciar que Cristo vive, que su Espíritu nos guía y que cada uno, en su realidad, puede ser un sembrador de esperanza. No importaban las diferencias, los acentos, las edades: el fuego del Espíritu unió en una sola voz, en una sola fe.

Este Congreso también fue celebración: se cumplieron 50 años de la presencia activa de la Renovación Carismática, una comunidad que ha mantenido encendida la llama del Espíritu desde hace medio siglo. Fue emocionante ver cómo los frutos de tantos años de oración, misión y servicio han dado vida a nuevas generaciones de servidores, ministros de música, intercesores y evangelizadores.

Quienes estuvieron en Tunja no volvieron igual. Regresaron “enviados”. El fuego recibido no es para guardarlo, es para compartirlo. Hoy más que nunca, nuestra Iglesia necesita testigos alegres, valientes, humildes, llenos del Espíritu. Y eso fue lo que este Congreso recordó: que somos muchos, que no estamos solos, y que el Espíritu sigue soplando donde hay corazones dispuestos.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar

Santiago Apóstol nos convoca: Jubileo de los Catequistas y Agentes de Pastoral

El próximo 25 de julio, la Arquidiócesis de Tunja celebrará con gozo…

Peregrinación del Clero de la Arquidiócesis de Tunja a Chiquinquirá: Un signo vivo de esperanza sacerdotal

En el marco del Jubileo Ordinario de 2025 convocado por el Papa…

Viracachá, una Iglesia en salida: Visita pastoral del arzobispo Gabriel Ángel Villa Vahos

Viracachá, una Iglesia en salida: Visita pastoral   Desde el domingo 27…