Novena de Navidad
Día Segundo

Día 2

Iluminación bíblica

Evangelio según san Mateo 1, 1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David.

Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac,Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendro a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró Rajab, a Booz; Booz engendro , de Rut, a Obed; Obed engendró a Jese, Jese engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urias, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob;Jacob engendró a Jose, el esposo de Maria, de la cual nació Jesus, llamado Cristo.

Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce;desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.

 

Palabra del Señor

Meditación​

Mateo empieza su Evangelio con el árbol genealógico de Jesús. Esta lista tiene una intención: demostrar que Jesús pertenecía a la casa de David. Es la historia del «adviento» de Jesús, de sus antepasados. Pero no se trata de una simple lista, pues ayuda a entender mejor el misterio del “Dios-con-nosotros” cuyo nacimiento vamos a celebrar.

El Mesías esperado, se ha encarnado en la historia humana, está arraigado en un pueblo concreto. No es un extraterrestre o un ángel que llueve del cielo. Pertenece con pleno derecho, a la familia humana. Los nombres de esta genealogía no son precisamente santos. Hay personas famosas y otras totalmente desconocidas. Hombres y mujeres que tienen una vida recomendable, y otros que no son nada un buen ejemplo. Aparecen en este árbol genealógico cinco mujeres. Rut es buena y religiosa, pero extranjera; Raab una prostituta, aunque de buen corazón; Tamar una tramposa que engaña a su suegro Judá para tener descendencia; Betsabé adúltera con David. La quinta sí: es María, la esposa de José, la madre de Jesús. Entre los antepasados de Jesús hay pecadores como santos. 

De verdad que los pensamientos de Dios no son los nuestros. Aparece bien claro que él cuenta con todos, que va construyendo la Historia de la Salvación a partir de estas personas. Jesús se ha hecho solidario con esta humanidad concreta, débil y pecadora. Como luego se pondrá en fila entre los que reciben el bautismo de Juan en el Jordán: él es santo, pero no deja de mostrarse solidario con los pecadores, los trata con delicadeza. Ha entrado en nuestra familia. Será hijo del pueblo. No excluye a nadie de su Reino. También la Navidad la vamos a celebrar personas débiles y pecadoras. Dios nos concede su gracia a nosotros y a otras personas que tal vez tampoco sean un modelo de santidad. Desde nuestra situación, sea cual sea, nos quiere llenar de su vida y renovarnos como hijos suyos.

Es una lección para que también nosotros miremos a las personas con ojos nuevos, sin menospreciar a nadie. Nadie es incapaz de salvación. La comunidad eclesial nos puede parecer débil, y la sociedad corrompida, y algunas personas indeseables, y las más cercanas llenas de defectos. Pero Cristo Jesús viene precisamente para estas personas. Viene a curar a los enfermos, no a felicitar a los sanos, a salvar a los pecadores, y no a canonizar a los buenos. Esto para nosotros debe ser motivo de confianza, y a la vez, una invitación a ser tolerantes.

La Iglesia de Cristo puede no gustarnos, pero no hay que escandalizarnos y rechazarla. Es una comunidad frágil, débil, pero tiene el encargo de transmitir y realizar el programa de vida de Cristo Jesús. Si antes de Cristo la lista era la que hemos leído, después de Cristo no es mucho mejor: Cristo eligió a Pedro y Pablo, Pablo eligió a Timoteo, Timoteo a otros. Nuestros padres nos transmitieron la fe a nosotros, que somos frágiles y pecadores, y nosotros la comunicaremos a otros. Todos somos pobres personas; pero lo que sí tenemos que hacer es aceptarnos a nosotros mismos, y aceptar a los demás, a la Iglesia entera, y reconocer la obra de Dios en todos. La Navidad la celebraremos mucho mejor si somos solidarios con las personas que Dios ama, Él eligió también a personas débiles y pecadoras. 

Todos queremos un corazón lleno de sabiduría. Tener sabiduría es ver la historia desde los ojos de Dios. Pero la sabiduría verdadera es Cristo Jesús, por el que fueron creadas todas las cosas. Al que Pablo llama «sabiduría de Dios». Él es quien nos ilumina y nos comunica su verdad, el Maestro auténtico al que pedimos que venga a enseñarnos el camino de la salvación.

 

«Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,

abarcando del uno al otro confín

y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:

 

ven y muéstranos el camino de la salvación».

Villancico

Reflexión