Novena a la Virgen del Milagro - Séptimo Día
Ritos iniciales
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Con todo el amor de mi corazón te amo, mi Jesús, por ser quien eres; pésame de haber pecado y propongo, ayudado de tu divina gracia nunca más ofenderte.
V/Oh Dios, ven en mi ayuda.
R/Apresúrate, Señor, a socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para todos los días
Inmaculada Virgen María, ¡Madre admirable de Dios y de los hombres! Te reverenciamos humildemente ante esta milagrosa imagen que irradian los destellos de tu celestial hermosura. Al contemplarla se ilumina nuestra mente con los esplendores de la fe, se conmueve nuestra voluntad a impulsos de la esperanza y nuestra ruindad se siente transformada por los efectos de la caridad divina. Así bendecimos a Dios Padre que te escogió para Madre de su Hijo, bendecimos a Dios Hijo que se hizo hombre en tu seno purísimo, y bendecimos a Dios Espíritu Santo, que te enriqueció con la excelencia de sus dones. Siendo nosotros polvo y miseria y experimentado a cada paso las consecuencias del pecado original, de que fuiste preservada, imploramos confiadamente tu intercesión poderosa para que, libres del cautiverio del demonio y fortalecidos contra los influjos del mal, nos esforcemos con conservar la dignidad de ser hijos tuyos hollando bajo nuestros pies, los insidiosos enemigos de nuestra salvación: mundo, demonio y carne. Y por los méritos de tu castísimo esposo San José y los del seráfico Padre San Francisco, concédenos la gracia especial que en esta novena te suplicamos. Amén.
Relato
El prelado ordenó que anualmente se celebrará el aniversario de esta aparición con fiesta solemne y que se procediera a practicar las diligencias conducentes a la autenticidad del prodigio, cuya comprobación fue enviada a Roma.
Los pueblos circunvecinos, al tener noticia de este prodigio, acudieron presurosos a conocer la santa imagen. En seguida de este acontecimiento se notó en la ciudad grande sanidad y especialmente en las enfermas del Monasterio.
Poco después fue trasladada la Santa imagen a Santafé de Bogotá en hombros de sacerdotes y traída de igual manera al Monasterio.
Los fieles exteriorizaban su creciente devoción con ex-votos, joyas y piedras preciosas con las cuales se ornaba la orla del manto de la imagen. Espléndido fue el culto que se le tributó hasta la época de la exclaustración de las monjas en 1863. En los años siguientes decayó mucho la devoción como era natural consecuencia de la persecución a la Iglesia.
Relato Lectura Biblíca
Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?
L.c. 1, 39-50: “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacaría y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto en tu seno; y ¿de dónde a mi que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de su saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humanidad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen”.
Consideración
Desde el momento de la encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María, su mayor preocupación fue llevarlo y presentarlo a la humanidad como la nueva presencia de Dios en la tierra para la salvación de todos y cada uno de los seres humanos. Así lo manifestó con su visita a su prima Isabel.
Reflexión
- ¿Crees que la Virgen María es portadora de la presencia de Dios?
- Cuando la Virgen te visite trayendo a Jesús para tu salvación ¿sientes que algo se mueve dentro de ti?
- Si así es, proclama junto con tu Madre Inmaculada, la gloria de Dios recitando y meditando cada día el Magnificat (Lc 1, 46-55).