Novena a la Virgen del Milagro - Día Primero
Ritos iniciales
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Con todo el amor de mi corazón te amo, mi Jesús, por ser quien eres; pésame de haber pecado y propongo, ayudado de tu divina gracia nunca más ofenderte.
V/Oh Dios, ven en mi ayuda.
R/Apresúrate, Señor, a socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para todos los días
Inmaculada Virgen María, ¡Madre admirable de Dios y de los hombres! Te reverenciamos humildemente ante esta milagrosa imagen que irradian los destellos de tu celestial hermosura. Al contemplarla se ilumina nuestra mente con los esplendores de la fe, se conmueve nuestra voluntad a impulsos de la esperanza y nuestra ruindad se siente transformada por los efectos de la caridad divina. Así bendecimos a Dios Padre que te escogió para Madre de su Hijo, bendecimos a Dios Hijo que se hizo hombre en tu seno purísimo, y bendecimos a Dios Espíritu Santo, que te enriqueció con la excelencia de sus dones. Siendo nosotros polvo y miseria y experimentado a cada paso las consecuencias del pecado original, de que fuiste preservada, imploramos confiadamente tu intercesión poderosa para que, libres del cautiverio del demonio y fortalecidos contra los influjos del mal, nos esforcemos con conservar la dignidad de ser hijos tuyos hollando bajo nuestros pies, los insidiosos enemigos de nuestra salvación: mundo, demonio y carne. Y por los méritos de tu castísimo esposo San José y los del seráfico Padre San Francisco, concédenos la gracia especial que en esta novena te suplicamos. Amén.
El Trono de la Misericordia
La preciosa imagen de Nuestra Señora del Milagro, desde las alturas del altar mayor preside todos los actos y ceremonias del culto y ve desfilar diariamente ante su presencia centenares de devotos que acuden a visitarla e implorar su maternal protección.
En el año de 1941 presidió las Solemnidades del primer Congreso Mariano Diocesano para lo cual fue trasladada en solemnisima precisión a la Catedral Metropolitana.
En dicho congreso se lanzó la idea de su Coronación Canónica que fue acogida con gran alborozo por los fieles y desde entonces se empezó a trabajar con mucho empeño para tal fin. Las damas de Tunja donaron sus joyas para la elaboración de la Corona que fue trabajada con primor por el Joyero Señor Demetrio Reyes en Bogotá.
El Excelentísimo Señor Crisanto Luque, entonces Obispo de la Diócesis miró con mucho agrado esta idea pero manifestó que antes había que propagar la devolución a esta advocación por todo el país y aprobó la publicación de la Novena, reseña de la Aparición, Oraciones y Estampas. En esta forma los devotos se fueron multiplicando y la Amable Reina se complacía derramando sobre ellos sus gracias y bendiciones.
Llegó por fin el anhelado día de la Coronación: 15 de junio de 1980, Año del Centenario de la Arquidiócesis de Tunja. En solemnisimo desfile fue conducido a la Sagrada Imagen a la Plaza de Bolívar que estaba colmada completamente de fieles venidos de todas partes del país y otras naciones.
Una delegación de Religiosas del Monasterio de Concepcionistas a quienes en ese día tan señalado les fue dispensada la clausura, pudieron asistir a la Ceremonia portando la regia Corona que el Excelso Pastor de la Arquidiócesis, Monseñor Augusto Trujillo Arango, hondamente conmovido y después de haber pronunciado una hermosísima homilía referente al acto, colocó en las Sienes de la Inmaculada Reina de los Cielos, que desde ese momento se convirtió en Reina de Tunja, de Arquidiócesis y de la Fuerza Aérea Colombiana, que en ese preciso instante se hizo presente con tres de sus aviones de guerra, ante millares de fieles que agitaban sus blancos pañuelos, la lluvia de flores, los interminables aplausos de la multitud desbordante de alegría saludando a su Reina, en tanto que bandadas de palomas en aquella mañana luminosa y resplandeciente surcaban los aires, cuyo recuerdo quedará grabado en el corazón de los que asistieron a aquel maravilloso acto.
Quedaba faltando el Centro a la Soberana; el Dr. Bernardo Manrique connotado Arquitecto, se apresuró a traer las bellísimas medallas de oro que recibiera como merecidos trofeos en Soatá por la construcción de su hermosa Catedral y otros templos en varias ciudades del Departamento de Boyacá. Mas ya el Centro había sido ofrecido por la Señora Inés Moreno de Prieto y ejecutado por el artista Señor Joyero José Ricaurte Jiménez R. quién lo fabricó con precioso ingenio. La Ceremonia para colocárselo se celebró en su fiesta anual de 1982 con gran solemnidad por el mismo Señor Arzobispo.
Lectura Bíblica
Esta es la morada de Dios con los hombres.
Apc 12, 1-6; 21, 1-4: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está en cinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. La Mujer dio a luz un Hijo varón, del que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Y la Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días”.
“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva-porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya.
Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios – con – ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado”.
Consideración
La Virgen María, cumplida su misión sobre esta tierra fue llevada en cuerpo y alma al cielo para participar del triunfo de Jesús sobre la muerte, recibiendo en su santa persona la plenitud de la Vida Eterna, y siendo coronada como Reina de cielos y tierra.
Desde allí nos mira con amor, intercede por cada uno de sus hijos y su mayor anhelo está en vernos a todos a su lado recibiendo la plenitud de la vida divina y proclamando eternamente las maravillas de Dios.
Reflexión
- ¿Tú crees de verdad en la vida eterna?
- ¿Quieres ir al cielo junto a tu Madre Inmaculada?
- Amala, respétala, invócala, confía en Ella, pídele cada día que te alcance de su divino Hijo la gracia de tu conversión. Vive de tal manera que un día llegues a gozar de su admirable belleza y santidad y junto con Ella puedas cantar eternamente las maravillas de tu Padre Dios, en los cielos.