La Arquidiócesis de Tunja, para este año que acaba de iniciar se ha trazado la siguiente meta: 

Al finalizar el año 2023 el pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de Tunja, con mirada agradecida, ha revitalizado el proceso evangelizador  en comunión, participación y misión, mediante el análisis de la realidad, el redescubrimiento  y fortalecimiento de la propia identidad bautismal de los agentes de pastoral, la revisión de los procesos y estructuras parroquiales y diocesanas a la luz de la Palabra de Dios, el Magisterio de la Iglesia y las ciencias humanas para hacer visible la instauración del Reino de Dios. 

La Arquidiócesis de Tunja ha caminado durante muchos años en el proceso evangelizador, sin embargo la pandemia del COVID-19 el 11 de marzo de 2020 supuso un hito del cambio de época. La emergencia sanitaria fue contradictoria para todos, por un lado “la pandemia causó aislamiento y muertes”, “lo cambió todo y nos urgió a replantearnos todo”.  Se destaca el dolor, la incertidumbre, la angustia, la pérdida de la presencialidad y, concretamente, el alejamiento de la participación física en la Eucaristía y la vida comunitaria. Todo ello supuso el enfriamiento de la acción pastoral en nuestras parroquias.

En el año que acaba de terminar, la Arquidiócesis realizó un proceso de discernimiento y consulta al pueblo de Dios para revitalizar la acción pastoral e introducir las novedades pastorales del Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular (PEIP); fue una etapa especial de discernimiento, que contó con la ayuda de las estructuras de consulta y comunión y de participación. Fruto de esta consulta se optó por dedicar el año 2023 a revitalizar la acción pastoral en sus distintas dimensiones para luego reemprender el camino del proceso evangelizador.

Este año 2023 será entonces un año para caminar juntos como discípulos misioneros de Jesús, que nos pide contemplar, escuchar y reconocer la presencia y la voluntad de Dios en la realidad de nuestras parroquias y de la Arquidiócesis. Para ello necesitamos prestar mucha atención a los signos de los tiempos y disponer los oídos y el corazón; por ello realizaremos en ambiente de sinodalidad un proceso “para escuchar la voz de Dios hasta escuchar con Él el clamor de pueblo, y escuchar al pueblo hasta respirar con él la voluntad a la que Dios nos llama”. La vida cotidiana de nuestras parroquias está formada por muchos aspectos, tanto positivos como negativos, durante este año se requiere  escuchar y resaltar las situaciones críticas de la realidad que afectan particularmente a las parroquias y a sus expectativas de un futuro mejor.  En cada parroquia  se tratará de ver con los ojos de la fe lo que aparece en el contexto socio-pastoral, para descubrir  en la realidad los signos de la presencia de Dios que tenemos que revitalizar.

Esta revitalización implica volver a Jesús para recuperar nuestra verdadera identidad. Volver a Jesús significa recuperar nuestra irrenunciable identidad de bautizados. Hacer crecer nuestra conciencia de discípulos misioneros en el interior de la Iglesia.  Buscar en Jesús la identidad de las comunidades. Aprender a mirar las cosas con sus ojos, a sentirlo con el corazón. Crecer en libertad, confianza y entrega al servicio de su apasionante proyecto de humanización. Se trata de caminar en este año y los próximos hacia un nivel nuevo de existencia cristiana, más inspirada y motivada por Jesús y mejor estructurada para el servicio. No importa nuestro lugar, cargo o responsabilidad en el interior de la comunidad. Todos estamos invitados a colaborar en la tarea de pasar a una nueva fase de evangelización y cristianismo, más fiel a Jesucristo. Revitalizando nuestra vocación bautismal podemos hacer que la Iglesia particular sea más de Jesús. Con nuestra manera de seguir a Jesús podemos dar a la Iglesia un rostro más parecido al suyo.

Las estructuras pastorales también serán objeto de revitalización durante este nuevo año. Es importante recordar que éstas existen en función del proceso evangelizador y al centro de ellas está la persona humana. Es necesaria la revitalización de las estructuras, ya que el proceso evangelizador ha de ser organizado y sistemático y éstas facilitan la acción pastoral. Conviene que durante este año reflexionemos sobre el papel de las estructuras, pues hay algunas que se deben tener en virtud del Derecho canónico y otras que deben nacer con el proceso y cuando se necesiten para mejorar el servicio pastoral.

Revitalizar nuestro proceso de evangelización a la luz de la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia es nuestra tarea pastoral para este año. Iniciemos con gratitud y alegría este camino para vivir la conversión pastoral discernida en sinodalidad, aprendiendo a caminar juntos en la tarea de comunicar la alegría del Evangelio como discípulos misioneros en salida.

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